Bonita, sugerente y conmovedora imagen la que aquí traemos.
De todos es porque la Guardia civil es de todos sin excepción. Para los creyentes bella alegoría pues Cristo dentro del tricornio es como decir Cristo en el corazón de cada guardia civil. Para los que no crean una muestra más de la presencia de la Benemérita en las manifestaciones públicas de la sociedad española que, desde hace más de quinientos años en este caso, ha procesionado imágenes sagradas por sus calles, plazas y campos; y, como no, la presencia también en actos de índole civil y social pues el Instituto no hace distinciones de ningún tipo cuando su presencia es invocada.
En la imagen de hoy el bello ritual de las honras fúnebres militares aplicado a una procesión religiosa. Es un insigne cadáver el que se procesiona y por eso las fuerzas le rendían los honores previstos. Los que tuvimos el honor de servir a la Patria en el añorado servicio militar y la oportunidad de participar en estos desfiles recordamos con inconmensurable nostalgia el caminar marcial, lento, solemne. La cabeza descubierta y el fusil a la funerala, que es con la boca hacia abajo, en señal de respeto y que no es único de España pues multitud de naciones lo tienen adoptado.
La posición de fusil a la funerala se ejecutaba en cuatro movimientos, uno menos que el también desaparecido y bellísimo rindan que se llevaba a cabo en el momento de la Consagración o bien cuando las fuerzas cubrían carrera y pasaba el Santísimo en la procesión del Corpus Christi.
Estos movimientos castrenses ya eliminados si no total, sí parcialmente, han dado al traste con tradiciones seculares españolas que han hecho vibrar a muchas generaciones con su Ejército por lo que es oportuno concluir con las palabras de don Miguel Alonso Baquer, doctor en Historia y General de Brigada de Infantería, Diplomado de Estado Mayor en la reserva: Agradaba a las gentes ver a una fuerza armada realizando un gesto antagónico con los alardes de poder que son propios de una unidad de combate. Y se entendía que rendir honores y rendir las armas significaba aceptación de normas de conducta más dignas de veneración que aquellas derivadas de su propia constitución como fuerza de combate... Ante Dios, el Ejército se desarma, y lo hace delante de la comunidad política que ha jurado defender.
Eduardo López Aranda
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