Tras las últimas polémicas , declaraciones y simplezas escuchadas en los últimos días, desde nuestra asociación nos parece muy acertado el artículo que el escritor Alfonso Ussía ha publicado el día 8 del presente en el diario "La Razón" y que por su interés reproducimos a continuación, al tiempo que felicitamos al autor por su acertado criterio. Únicamente añadir que a nuestro juicio el trasfondo del problema, la incomprensión hacia los que visten de uniforme, ya más que en una historia pasada se origina en un desencuentro de valores. No menos interesante y acertado es el del referenciado General D. Luis Alejandre Sintes, difundido ampliamente en la red.
¡Demasiado honor en tan poco lugar!.. A continuación.
"En tan poco lugar"
Paseaba Muñoz Rojas por sus campos de Antequera a principios de una de las muchas primaveras que vivió. Los frutales rebosados de flores. Sus hermanas silvestres, margaritas y nazarenos, confundiéndose en blancos, amarillos y violetas. Los árboles desnudos, detenidos por el invierno, a un paso de estallar en hojas nuevas, en el renuevo. Y Muñoz Rojas se preguntó: ¿Cómo es posible tanta belleza reunida en tan poco lugar? Escribo en un lunes más. Desde que se marchó Antonio Mingote los lunes son mis días de luto. Fueron centenares los lunes que nos encontramos para comer. A Antonio le molestaban, por no decir que le herían, los arribistas, los nuevos ricos, los prepotentes y los vanidosos. Un lunes, el restaurante estaba lleno de arribistas, nuevos ricos, prepotentes y vanidosos. Parecía que se habían puesto de acuerdo. Y Antonio, que no recordaba la pregunta de Muñoz Rojas, también se la hizo: ¿Cómo es posible tanto cretino en tan poco lugar? En aquellos lunes felices, Antonio Mingote siempre asombraba. Ya en su tramo final, simulaba el dolor con el estoicismo de lo que era, un oficial de Infantería. Se le había cerrado el estómago y le repugnaban todos los platos que le ofrecían. -Estoy muy malito-, le dijo al camarero. -Pues tiene usted muy buen aspecto-, le replicó éste. -El aspecto no duele-, sentenció Antonio. Aquel lunes me dijo que se contentaba con vivir otra primavera, que para Antonio significaba el triunfo del árbol y la derrota del hombre. «En tan poco lugar» se convirtió en el remate de nuestras sentencias. Dibujaba sus bocetos en un cuadernillo que llevaba siempre consigo. Aquel día iluminó la maravilla de una oronda mujer desnuda. ¿Cómo es posible que dibujes unas tetas tan grandes en tan poco lugar?
El pasado 6 de enero se celebró en el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid la Pascua Militar. Esta celebración se cumple impulsada por el Rey. Se trata de un homenaje a nuestras Fuerzas Armadas y la Guardia Civil. Cuando el Rey pasó por el quirófano la última vez, sólo manifestó un deseo. Estar presente en el acto de la Pascua Militar. Y lo estuvo. El Rey se siente más que cómodo, feliz entre los militares. Es uno más de ellos. Sabe cómo son. También sabe que por lealtad son capaces de asumir el silencio y la disciplina ante las mayores injusticias. Hace unos días, el general Luis Alejandre Sintes, brillante colaborador de LA RAZON, recordaba al general Mena, que por limitarse a leer en la Pascua Militar unos artículos de la Constitución Española de 1978 –la vigente–, fue pública y humillantemente defenestrado por la parcialidad política. España es así. Se castiga la lectura de la Constitución y se premia con miles de millones de euros a los jefezuelos de Estaditos que traicionan la letra y el espíritu de la Carta Magna.
El pasado domingo, el Rey se mantuvo sentado durante los discursos. Cuando el Rey habla a los militares desde su condición de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, lo hace como si estuviera reconociendo y hablando a unos amigos que nunca le van a fallar. Y siempre les dedica su afecto y gratitud. En la calle, a esos militares que lo dan todo por España a cambio de casi nada, muchos son los que los desprecian. Casi cuarenta años después de la muerte de Franco, se sigue considerando fascista y franquista a quien viste un uniforme. No los conocen. Los militares representan el amor a España, el sacrificio y la lealtad. Un militar respeta todas las ideas adversas, y aunque le duela, asume con tristeza los insultos y los desprecios. El militar sólo aborrece la traición, la mentira y la indecencia pública. Y puede estar tranquilo el ministro Morenés. No son manipulables.
«En tan poco lugar». El remate favorito de Antonio Mingote y de quien os escribe. Hoy encaja perfectamente. Cuando vi, una vez más, en la escena del Salón del Trono a ese montón de españoles decentes y honrados ante su Rey, me hice la pregunta conociendo ya la respuesta.
¿Cómo es posible tanto honor reunido en tan poco lugar?
Eso mismo decimos desde el Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas.
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