¡LEGIÓN! ¡LEGIÓN! ¡LEGIÓN!

OTRO DÍA VIBRANDO CON LA LEGIÓN 

Sábado doce de enero de 2013. Víspera del aniversario de los combates de Edchera. Sábado legionario en la Brigada Alfonso XIII. No contaré el recibimiento que siempre nos brinda la VIII Bandera, “Colón”, cuando hacemos nuestra aparición.

No diré el afecto fraternal que todos y cada uno de sus miembros muestra desde que aparecemos por allí. 

No me pararé en señalar el cariño que derrochan el teniente coronel Cepeda, los comandantes Valero y Carricondo, los oficiales, suboficiales, el cabo primero Soutoho, la escuadra de gastadores... Iván, nuestro Iván.

No expresaré la intensidad con que presenciamos los primeros compases del acto cuando las unidades efectúan su entrada en el grandioso patio de armas en el que el uno de abril de 1984 viví el día memorable en que juré amor eterno a España. Tampoco quiero expresar la satisfacción que un español siente cuando ve a sus compatriotas, grandes y pequeños, hombres y mujeres, besar la Bandera.

No voy a hablar de la admirable, encomiable y sentida intervención del Excmo. General Jefe, Leza Benito, que transpiraba amor a España y a la Legión por los cuatro costados.

No quiero que se sepa qué es lo que atraviesa el corazón y la mente cuando las vibrantes notas del Novio de la Muerte afloran a las gargantas de Caballeros y Damas Legionarios. 

Tcol. Cepeda, nuestro presidente, el portaguión, Cristóbal y Tomás

Ni tampoco contaré qué tipo de escalofrío recorre la piel y se clava en el alma cuando a paso lento, marcial –como sólo ellos saben hacerlo- se avanza con una solemnidad litúrgica hacia el lugar que recuerda a los muertos por España y la Legión.

No, nada de eso.

Solamente me quedaré con una imagen. Me quedo con la Bandera nacional, -a media asta en memoria del sargento muerto el día anterior en Afganistán-, que en un momento del acto se dejó caer sobre el monumento a los legionarios caídos en la presencia de mi Cristo de la Buena Muerte y bajo la mirada atenta de la efigie de Maderal, salvajemente mutilada por aquellos que nunca han percibido en sus corazones el aire fresco de los valores de un hombre bueno que un día quiso hacer de su vida recipiente agradecido del Credo legionario.

Sí. Me quedaré con esa imagen, porque el hombre para trascender necesita, entre otras cosas, de símbolos. Y la mañana fresca y radiante del doce de enero de 2013, la enseña nacional de España, teñida con la sangre de diez mil legionarios muertos, en bellísima alegoría cubrió, en un momento del acto, con su calor protector el alma de la Legión entera, la de ayer y la de hoy que son la misma cosa porque solo un espíritu, el del amor a la Patria, la conduce por la senda del servicio y del sacrificio.

Admirable simbología que trae al corazón el anhelo de formar parte de la Legión; el recuerdo agradecido al genio militar y romántico de Millán Astray que en sublime visión supo concebir la Unidad que es honra del Ejército español; el deseo vehemente de estar allí, vivir allí…soñar allí sueños de compañerismo, amistad, socorro, sufrimiento, dureza, sacrificio, amor por el combate, sentirse seducidos por la muerte… todo ello en auténtica profesión de fe acrisolada en la pasión desenfrenada por España.

Y ante todo y sobre todo el ardiente deseo de elevar la voz diciendo: ¡Viva España! ¡Viva la Legión!

Eduardo López Aranda

Vocal del Círculo de Amigos de las Fas

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REQUIEM POR EL SARGENTO DON DAVID FERNÁNDEZ UREÑA

¡Presente!

Suboficial español muerto en combate 

Por José Miguel Ruiz Andrade (Comandante de Ingenieros)

Mi Sargento que estás en el Cielo: el valor frío ante el enemigo es patrimonio de los mejores soldados. Combatiendo lo has acreditado empapando con tu preciosa sangre las inhóspitas tierras afganas; con la ejemplaridad del héroe que no pregunta cuántos son los obstáculos, sino dónde se hallan para neutralizarlos. Únicamente el militar sabe lo que significa enfrentarse a los cruentos peligros de la guerra, hasta extremos insolubles. Valor, Mi Sargento, el valor te arrancó las entrañas desactivando cual “Solitario Ingeniero” la trampa explosiva incapaz de detener el empuje del soldado español. La profesión militar es propia de los hombres honrados, disciplinados, callados, sometidos por su Juramento a la Patria; sin más pretensiones que la satisfacción por el deber cumplido.

Han arrancado tu vida en el campo de batalla, pero también enaltecido tu ejemplo en los anales de la Historia. Diste el último aliento en lugares remotos; ello nos consterna e impone permanecer en nuestro credo y tradición: la muerte no es el final, el héroe también sobrepasa los límites del tiempo. La metralla enemiga te hirió de muerte en la flor de la vida, el más caro sacrificio que se le puede exigir a un Soldado de España. . . Y no dudaste en encarar el peligro letal. Los Compañeros rendiremos los debidos honores a tu fortaleza, lealtad y valor: por los siglos de los siglos, pues la deuda es eterna.

Sargento David Fernández Ureña ¡presente en nuestras vidas!

España, 12 de enero de 2013

QUE DIOS OS BENDIGA A CADA UNO DE VOSOTROS, MILITARES CON HONRA, GENTE SENCILLA, GENEROSA, VALIENTE Y SOLIDARIA. SOIS LOS MEJORES DE LA PATRIA. ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVAN SUS FUERZAS ARMADAS!

CIRCULO DE AMIGOS DE LAS FUERZAS ARMADAS