Algunos no se han dado cuenta a estas alturas que en España vivimos más de cuarenta millones de personas con nuestras ideas, nuestras escalas de valores y la particular forma de cada uno para enfrentarse a los avatares diarios. El desarrollo personal y colectivo está garantizado por las leyes y su salvaguarda confiada a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En ellas hombres y mujeres, padres de familia, procuran día a día poniendo en ocasiones –muchas por cierto- su vida en juego para que ni la nuestra, ni la legalidad vigente ni nuestros bienes sufran menoscabo alguno.
Se puede estar perfectamente en desacuerdo con leyes y normas –como muchos lo están- y expresar ese desacuerdo mediante manifestaciones y protestas. Pero una cosa son las manifestaciones y otra muy distinta las algaradas. Resulta paradójico que ayer, en una jornada de huelga estudiantil “por la Educación” un Policía Nacional, resultara con un pie fracturado por la actuación de un salvaje. Sí, han leído bien, salvaje. Porque invocando el derecho a una formación digna (sin entrar en valoraciones cualitativas) no se puede agredir a una persona ni destrozar bienes de otros con el único fin de hacer daño, pues no pretenderán también hacernos creer que las lunas destrozadas ayer en otras ciudades lo fueron porque éstas “usaban medios desproporcionados con ellos” ¿Qué sabrán estos de medios desproporcionados?
No, se trata de otra cosa. Se trata precisamente de lo que ellos mismos “defienden”; se trata de educación entendida como el proceso de asimilación y aprendizaje de conocimientos y actitudes morales y conductuales que faciliten la socialización. Y si desde la cuna no nos impregnamos de estos valores, obligatoriamente se producirán actos vandálicos como los de ayer que son reflejo único y exclusivo de una educación deficiente y la manipulación sectaria e interesada. Además, más impresionante aún es observar a algunos angelitos desgañitándose profiriendo insultos y lanzando proclamas violentas mientras llevan al cuello el rosario, un arma de paz.
Y nuestra Policía hizo cuanto tenía que hacer que no es, ni más menos, que su trabajo; el que los españoles le hemos encomendado porque necesitamos de su presencia y su protección. El parvo oficio de los ángeles custodios dice en la conclusión: "Sancti angeli, custodes nostri, defendite nos in proelio…” “ángeles custodios, defendednos en el peligro”..... Nuestros custodios humanos están para eso y viven por esa defensa. Se sienten recompensados suficientemente con la satisfacción del deber cumplido. No quieren más pero nosotros si queremos darle más.
Tienen que saber que la inmensa mayoría de los ciudadanos estamos con ellos y respaldamos su actuación; que para nosotros es un consuelo sentir la cercanía de nuestros policías y que desde este foro manifestamos el total rechazo del Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas a las actuaciones brutales y violentas que se amparan en el derecho democrático de manifestación a la vez que mostramos para todo el Cuerpo Nacional de Policía y, particularmente, al agente herido nuestra inquebrantable adhesión y firme apoyo en la nobilísima labor que desempeñan para bien de la sociedad española.
Eduardo López Aranda
Gracias, sin más, gracias...
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