Día 6 de enero de 2014
Nota: Este artículo contiene fragmentos seleccionados desde internet de lo publicado en el diario El Mundo.
La Pascua militar, la celebración militar con la que se inaugura la agenda política nacional en este nuevo año tiene su origen en el siglo XVIII, cuando Carlos III felicitó a las tropas españolas que recuperaron la localidad menorquina de Mahón, que estaba en poder de los ingleses, el 6 de enero de 1782. Como prueba de aprecio a sus Ejércitos, Carlos III ordenó a virreyes, capitanes generales y demás jefes que en el día de la Epifanía reuniesen a las guarniciones para felicitarles en su nombre.
Toma de Menorca |
El formato reducido de la ceremonia que se estrenó en 2013 ha eliminado la revista a la tropa en la Plaza de la Armería y se acorta la línea de saludos en el interior del palacio, también la tradición por la que el Rey, en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, imponía en el Salón del Trono las condecoraciones concedidas a miembros de las comisiones militares, quedando consolidado como el que se aplicaría a partir de entonces en todas las ediciones de esta conmemoración. Es difícil abstraerse a la idea de que este ajuste no venga condicionado a la situación física del monarca.
Fotografía procedente de El País |
Su majestad, acompañado de la Reina y de los Príncipes de Asturias, ha comparecido ante la cúpula militar, a la que le ha dedicado un breve discurso de apenas 10 minutos que leyó apoyado en un atril y con claras muestras de cansancio, circunstancia por otra parte previsible tras el duro año pasado con varias intervenciones quirúrgicas de por medio y aún convaleciente. Es posible que además hubiera algún problema de iluminación como se dice desde la Casa Real. El caso es que para la mayoría de los medios y personalidades presentes lo realmente importante no era el discurso del Jefe supremo de los ejércitos sino su estado de salud.
Don Juan Carlos, que retomaba su agenda oficial fuera de Zarzuela después de la última operación, ha animado a las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil a perseverar en su "ejemplaridad". El Rey ha pedido a los militares que sigan "transmitiendo confianza y serenidad" y les ha animado a "continuar trabajando unidos por la seguridad y el bienestar del conjunto de los españoles" y a ser "los primeros en ofrecer y los últimos en recibir". En sus palabras, don Juan Carlos se ha declarado "plenamente consciente" del "enorme esfuerzo" que realizan los militares tras un "duro año", por "mantener las capacidades" necesarias para garantizar la defensa de España y ha advertido de que es "imprescindible" continuar avanzando por la senda que permita obtener "el máximo rendimiento de los recursos". Tras agradecer el "patriotismo", la "solidaridad" y la "generosidad" demostrada por los miembros de las Fuerzas Armadas y del Instituto Armado, el jefe del Estado ha proclamado: "Nuestra sociedad responderá siempre a vuestra generosidad con su reconocimiento y admiración, como reflejan las encuestas; y yo, como siempre, sentiré el orgullo de ser vuestro Jefe".
El Rey durante su discurso. Fotografía publicada en El Mundo |
Las palabras del Rey han estado precedidas por el discurso del ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien ha defendido a las Fuerzas Armadas como una institución que sirve como garantía para lograr "el bien común de toda la sociedad española, que se sustenta en los principios de la soberanía nacional, y la unidad y la solidaridad entre todos los españoles". En su discurso, Morenés ha puesto como ejemplo a los militares españoles por su solidaridad "con la situación general de España y con los sacrificios y esfuerzos de sus conciudadanos en los momentos más duros"."Ellos han sido los primeros en adaptar su actividad a unos presupuestos muy limitados, y lo han hecho manteniendo en lo más alto su capacidad y nivel de preparación. Estoy convencido de que seguirán siendo solidarios en el futuro", ha asegurado el ministro de Defensa. Dirigiéndose personalmente al Monarca, Morenés ha añadido también que los militares españoles han tenido en su Majestad "el ejemplo de coraje personal y de sensibilidad social para superar toda circunstancia". El ministro comenzó su discurso haciendo un balance del estado de la Defensa en España en 2013 y recordando que hace un año el Rey pidió al Gobierno "mantener operativas, haciéndolas más eficientes aún, las capacidades militares con las que España cuenta", pero también "hacerlo en paralelo con las restricciones presupuestarias que todos los españoles afrontan para salir de la crisis". A continuación hizo balance de las operaciones que han desarrollado nuestras tropas en el exterior, citando en primer lugar el repliegue de la provincia afgana de Badghis, que ha calificado como "la operación logística más demandante y complicada que nuestros militares hayan desarrollado en las últimas décadas". Tan solo una velada alusión, una puntada sin hilo, acerca de la unidad de España…..pero con mucho disimulo como para no molestar a la radicalidad.
Discursos ambos que llenos de razón en su contenido sonaban más a balance de méritos en cuanto a virtudes y valores de los militares que conforman nuestras Fuerzas Armadas que a visiones de futuro o panorámica en cuanto a toma de iniciativas a corto o medio plazo en materia de Seguridad y Defensa. Finalmente esta Pascua militar se quedó en eso, en una felicitación del Rey, el merecido elogio al elogiable colectivo militar, un canto al sol y la clara evidencia del estado de convalecencia y cansancio, tal vez deterioro, en el que se encuentra y que tan mal rato hizo pasar a más de uno. Desde nuestra asociación deseamos a S.M. todo lo mejor y esperamos que 2014 sea para él más benévolo y que dando tiempo al tiempo pueda completar su proceso de recuperación, aunque la edad es la edad y tal vez, en vida y con mente clara….. podría ser el momento de iniciar el proceso de relevo. Ha sido un mal año para la Casa Real, pero no podemos perder de vista que es la monarquía parlamentaria constitucional el mejor sistema político que podemos tener, lejos de experimentos que solo quieren sectores radicales y que siempre fueron un fracaso y nos llevaron al enfrentamiento, por lo tanto cuidemos nuestra monarquía que dígase de paso se debe de cuidar a sí misma, y tengamos la suficiente madurez para no poner en duda a la primera de cambio nuestras bases constitucionales. El problema secesionista en Cataluña y el País vasco, exige mucha unidad y solidez institucional, firmeza, confianza en nuestras instituciones y apoyo de la sociedad española que no debe perder de vista que la clave está en comprender que cualquier trozo de nuestra Patria no es de los que allí habitan sino de todos los españoles. Cataluña no es de los españoles que allí nacieron sino de todos los españoles, aunque no vivan allí. Esto hay que tenerlo muy claro. Esto no quita que haya que recapacitar sobre las consecuencias del entreguismo comodón ejercitado durante tantos años por conveniencias políticas y miradas a otra parte..., y que nos ha llevado a esta situación motivada en gran medida por la divulgación del antiespañolismo más perverso difundido en las escuelas tanto de Cataluña como del País vasco durante tantos años. Se ha forjado una filosofía falsa construida sobre una historia interpretada más falsamente todavía. Es hora de tomar la iniciativa y convencer, desmontar cancamusas, es hora de explicar, también de comprender, también de recuperar el camino perdido, y trabajar por nuestras señas de identidad que representan a esta vieja Nación, casa común de todos los españoles que tiene una historia, que para bien o para mal ahí está y no se puede cambiar, pero que también tiene un futuro que entre todos hemos de construir con cabeza, sentido de la responsabilidad, generosidad y sentido común lejos de aventuras abocadas a un fracaso seguro.
El lamentable espectáculo ofrecido en los medios de comunicación y ocurrido recientemente de los que constituyen el peor, más vergonzoso y repugnante colectivo social de nuestra Nación, aquel constituido por esa banda de asesinos en serie, nauseabundos seres abominables de apariencia depravada solo comparable con lo depravado de su propio ser, manchados de sangre hasta las trancas, de sangre inocente, manchados con el sufrimiento permanente de miles de familias que ahora han de vivir con angustia como sus verdugos se erigen en salvapatrias de patrias que no existen salvo en sus mentes perversas, y se exhiben públicamente orgullosos de ese nexo que los une y que no es otro que el de la violencia más cobarde, el odio y el crimen, exige pues una serena respuesta de firmeza institucional y firme y sólido rechazo social. No podemos perdernos en las disquisiciones sobre la apariencia física del Rey, sino perseverar en la lealtad incondicional a nuestra propia forma de ser y reglas de convivencia, a nuestro estado de derecho, a la Constitución y a la red institucional que hemos ido tejiendo en estos muchos años de paz y bienestar, en la que se encuentra la Corona, solo manchados por la sangre derramada por el azote terrorista y la corrupción de una buena parte de nuestra nutrida clase política, además de esta crisis cruel que padecemos los españolitos de a pie.
Es tiempo de hablar de Cultura de Defensa, la de las misiones internacionales sí, de asumir los recortes también, de seguir haciendo agujeros en nuestro agujereado cinturón posiblemente también, pero no menos que de la seguridad y defensa interior, de las amenazas secesionistas, de la amenaza que supone la propia pobreza que nos corroe, el terrorismo readaptado al aprovechamiento de las nuevas circunstancias sociopolíticas y a la debilidad de nuestras leyes , la pérdida de valores, de la corrupción y el radicalismo, esas también se manifiestan como nuevas amenazas. Muchos hemos echado de menos compromisos claros y nítidos en esas direcciones, en los discursos de ayer.
¡Larga vida al Rey! ¡Larga vida a la Constitución! ¡Larga vida a España!
Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas
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