ENTREGA DE DESPACHOS (11 de julio de 2013)
Caluroso día el del pasado once de julio cuando en el patio de Armas de la Academia de la Guardia Civil, de Baeza, tuvo lugar la entrega de despachos a la XXXIV promoción de suboficiales y a la CXVIII de cabos y guardias. El sol de justicia que se cernía tampoco pudo en esta ocasión vencer, ni a los guardias ni a los que tuvimos el honor de asistir a tan solemne acto, como es el caso del que les escribe junto a nuestro Presidente el Dr. Rojas Salcedo, pues el fuego del amor a la Benemérita es arma poderosa frente a las adversidades y a los que, por el uniforme o por la sangre, llevamos el espíritu de Ahumada impreso en el hondón del alma nada nos afecta cuando la Guardia Civil nos convoca y nos reclama.
Acto solemne como he dicho, presidido por el Excmo. Sr. Director General de la Guardia Civil que en su alocución no pudo sino poner de manifiesto la íntima unión del Instituto con España y sus gentes y de cómo el amor a la Patria da razón de ser a la Guardia Civil.
Mas no quiero detenerme en tan brillante intervención. Prefiero quedarme con la del Ilmo. Sr. Coronel Director de la Academia, Vicente Pérez. Hay que ser “muy” guardia civil para hablar de esa manera. En la última lección del curso el Coronel supo glosar en su –por qué no- magistral intervención las cualidades que deben adornar a un guardia civil y que teniendo como cabeza el amor a España, del que indefectiblemente brotan el ánimo por el servicio; la imperturbabilidad ante los reveses que el devenir diario proporciona; la profesionalidad transformada en vocación; la veneración por el uniforme y lo que representa cual si de una segunda piel se tratara, el fundamental papel de los suboficiales en la Benemérita y el empeño en la observancia fiel de los principios de la Cartilla del Guardia Civil, fruto de la inspirada genialidad del Duque de Ahumada y que en perfecta sincronía forman un todo que es piedra angular que mantiene vivo al Instituto. No se puede transmitir más amor por la Guardia Civil en menos tiempo y, si el Coronel Pérez fue capaz de enardecer nuestros más nobles sentimientos, también lo fue de -en esos breves minutos- culminar de manera eficaz y extraordinaria la preparación de los que sus despachos recibieron.
Con intervenciones como la que comentamos la inteligencia no puede sino dejarse llevar y anhelar vestir el uniforme verde, calarse el tricornio y desear recorrer los campos, velar en las ciudades, compartir vidas y esfuerzos en recónditas casas cuarteles y postrarse ante la Virgen del Pilar en oración agradecida por tener a la Guardia Civil: tan cerca y tan dentro.
Muchas gracias mi Coronel por habernos hecho sentir guardias civiles por unos momentos.
Eduardo López Aranda
Vocal de la J.D.
Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas
El cariño de este hombre por la Guardia Civil es inagotable. Enhorabuena por el comentario.
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