¡Una vez más Gibraltar!, ¡una vez más los dichosos ingleses!... Inglaterra, admirada en muchos aspecto pero tradicional nido de corsarios y amigos de lo ajeno. Lo intentaron con Menorca de donde felizmente los expulsamos, con Tenerife donde Nelson perdió un brazo, con Cartagena de Indias… donde les dimos la del pulpo, con Gibraltar, con nuestros navíos de la ruta de Indias… siempre como el lobo al acecho de la ocasión para adueñarse de lo de los demás. Aquella Guerra de sucesión. ¡Menuda ocasión! Cuando ahora se habla de la resolución de Bruselas por la que se declaran abusivas muchas de las clausulas hipotecarias que ahogan económicamente a tantas familias españolas y las dejan a merced de los bancos, ¡¡¡¡qué tendrían que decir de las del tratado de Utrecht!!!... Menuda hipoteca firmamos. ¡Olé que tenemos lo que nos merecemos!; y para colmo se adueñan también de las aguas, y echan tierra al mar y se hacen un aeropuerto en el istmo, y ahora se cargan nuestros tradicionales caladeros de pesca en la bahía de Algeciras y enciman tienen el morro de pedir a la U.E. observadores para denunciar las molestias que el gobierno español ocasiona por los controles, en nuestro territorio, en relación al contrabando que se origina en el Peñón…¡El Peñón!, paraíso fiscal, guarida de contrabandistas, corsarios de guante blanco, malos vecinos como aseguraba recientemente el alcalde de Algeciras.
La última ha sido el lanzamiento de bloques de hormigón erizados de hierro para impedir la pesca a la flota de los pueblos de la bahía en una política de hechos consumados, en plenas aguas de la bahía y en zonas de importantes y tradicionales caladeros. No debe extrañarnos esa manera de actuar de semejante 1er. ministro de la roca; lo peor es la actitud del presidente del gobierno de la Gran Bretaña, el Sr. Cameron. Es lógico que defiendan sus intereses en Gibraltar, sería lógico que se abrieran vías de diálogo, entendimiento y pactos, pero lo que no es lógico ni comprensible en los tiempos en que vivimos es esa defensa a ultranza de lo que chirría al sentido común, del abuso del poder, de la política de agresión a los intereses de un país actualmente amigo y aliado. El colmo de la altanería, de la tradicional soberbia inglesa y de la sinrazón es pedir encima observadores a la U.E. por las molestias que ocasionan a los llanitos los estrictos controles del contrabando, que se origina y se practica desde la roca, y que para colmo se hacen en tierra de soberanía española. Que la U.E. se preste a considerar esta pestilente petición ya “¡¡¡tiene “cuyons”!!!! Ahora solo falta que se plieguen a los deseos del más fuerte, en este caso Gran Bretaña, y que encima de tragarnos los bloques de hormigón tengamos que permitir el contrabando para que los señoritos del peñón no sufran molestia alguna. Conociendo el paño, ¿quién confía en el sentido de la justicia de esta comunidad de mercaderes europea, o sea la U.E.? Tiempo al tiempo, ¡ya veremos!, ya veremos si tienen ojos para ver todo el trasiego de corruptelas y abusos que desde esa tierra española usurpada en su día mediante ese tratado de Utrecht, que siempre se interpreta según las conveniencias británicas, parece ser que se practican habitualmente
Se oyen muchas cosas en la calle… ¡No debería haberse abierto la verja!…, ¡debería hacerse una marcha verde!…, ¡deberían cerrar la verja y poner una escombrera junto el peñón!…,¡deberían poner ese canon de 50 euros a los gibraltareños! En fin, parece ser que lo que nadie apunta es la posibilidad de una solución bélica, ¡menos mal pues la tendríamos clara! De una manera u otra es lógico pensar en que se ha de hacer una correcta interpretación de las obligaciones legales que del repúgnate tratado originario en cuestión se deriven, que si bien la soberanía del peñón corresponde a Gran Bretaña tampoco ésta tiene derecho a sobrepasarse ni un ápice de lo que le corresponde, y en eso sí que es necesario que cuando el más poderoso trata de abusar del otro sea la propia comunidad internacional la que lo impida porque si no es así ¿para qué leche sirven las instituciones internacionales y el derecho internacional? Ya resulta chocante que en un país donde somos maestros en el arte de la manifestación, la movilización y la algarabía, los pastores no digan ni “pío” cuando de la dignidad nacional de trata; parece ser que esas prácticas solo quedan al interés de las políticas sectarias. En esta feria de las vanidades y de los intereses políticos y comerciales geoestratégicos solo nos queda rezar para que las propias instituciones nacionales e internacionales sean sensatas y justas, que los representantes políticos de las partes actúen desde la ética y la responsabilidad, desde la creencia profunda en la justicia y la democracia por encima de intereses particulares y espurios y, sobre todo, ¡¡¡que los pescadores no se aguanten, se organicen y sigan luchando pacíficamente por lo que es suyo, por su pan y el de sus hijos!!! Desde nuestra asociación les respaldamos con un grito solidario alto y nítido, y respaldamos igualmente al gobierno español y pedimos a todos los partidos unidad de acción en la política internacional por encima de intereses partidarios al tiempo que reconocemos a la Guardia Civil todo el trabajo que está haciendo en la zona.
Nos duele esa espina clavada en nuestra dignidad y nuestro corazón, esa espina llamada Gibraltar, pero aún es más doloroso ver nuestras miserias y nuestra indignidad, ese “entreguismo comodón” que tanto daño nos ha hechos en nuestros propios asuntos internos durante años. ¿Cómo vamos a pedir pues la soberanía del Peñón cuando no somos capaces casi de asegurar la de nuestros propios territorios? A veces me pregunto ¿cómo es posible que lo de Gibraltar todavía dure dentro del territorio de la U.E.?, pero mejor cambiar de tema pues ¡qué decir! ante la pregunta ¿Cómo hemos dado lugar a que en Cataluña y el País vasco haya ido germinando esa semilla de odio a lo español que durante años han ido sembrando desde los nacionalismos segregacionistas más intolerantes por culpa de ese “entreguismo comodón” practicado desde todas las instancias de un Estado plegado a las conveniencias del momento? Pues ahora tenemos lo que nos merecemos, fruto de esa dejadez y de políticas erradas durante años tenemos los problemas que tenemos, reitero, lo que nos merecemos. Para arreglarlo tendríamos que partir de cero, de momento hemos de conformarnos con gritar entre amigos ¡Gibraltar español!, menos mal que en otros tiempos tuvimos compatriotas como D. Blas de Lezo, D. Bernardo de Gálvez, D. Juan de Austria, D. Álvaro de Bazán y tantos otros que estuvieron a la altura que la Patria merecía y que como no podía ser de otra manera quedaron en el olvido o la desmemoria histórica de esta vieja Nación que tropieza una y otra vez en las mismas piedras y desagradecida no suele premiar a sus mejores hijos… Más bien los castiga o los condena al olvido.
Nos duele esa espina clavada en nuestra dignidad y nuestro corazón, esa espina llamada Gibraltar, pero aún es más doloroso ver nuestras miserias y nuestra indignidad, ese “entreguismo comodón” que tanto daño nos ha hechos en nuestros propios asuntos internos durante años. ¿Cómo vamos a pedir pues la soberanía del Peñón cuando no somos capaces casi de asegurar la de nuestros propios territorios? A veces me pregunto ¿cómo es posible que lo de Gibraltar todavía dure dentro del territorio de la U.E.?, pero mejor cambiar de tema pues ¡qué decir! ante la pregunta ¿Cómo hemos dado lugar a que en Cataluña y el País vasco haya ido germinando esa semilla de odio a lo español que durante años han ido sembrando desde los nacionalismos segregacionistas más intolerantes por culpa de ese “entreguismo comodón” practicado desde todas las instancias de un Estado plegado a las conveniencias del momento? Pues ahora tenemos lo que nos merecemos, fruto de esa dejadez y de políticas erradas durante años tenemos los problemas que tenemos, reitero, lo que nos merecemos. Para arreglarlo tendríamos que partir de cero, de momento hemos de conformarnos con gritar entre amigos ¡Gibraltar español!, menos mal que en otros tiempos tuvimos compatriotas como D. Blas de Lezo, D. Bernardo de Gálvez, D. Juan de Austria, D. Álvaro de Bazán y tantos otros que estuvieron a la altura que la Patria merecía y que como no podía ser de otra manera quedaron en el olvido o la desmemoria histórica de esta vieja Nación que tropieza una y otra vez en las mismas piedras y desagradecida no suele premiar a sus mejores hijos… Más bien los castiga o los condena al olvido.
Es por esto último por lo que aplaudimos con fuerza la iniciativa de nuestras Fuerzas Armadas, concretamente de la Armada Española de resaltar, rememorar y honrar la memoria y la figura de D. Blas de Lezo y Olivarrieta durante la semana naval del próximo mes de septiembre, ese Almirante español que con solo una pierna, un brazo y un ojo… y tres mil hombres, batió y sumió en el ridículo al inglés en Cartagena de Indias. Sí al almirante Vermón, quien fracasó con su potente flota de casi cien navíos y 30.000 hombres... ¡Menudo ridículo hizo el tío, que mandó acuñar monedas conmemorativas de su victoria en el umbral de la más humillante de sus derrotas!, ¡a eso se le llama vender la piel antes de cazar el oso!... Y a eso se le llama ocultar la historia, pues este hecho comparable en su importancia al de la llamada “Armada Invencible”. Ni se estudia en los colegios ingleses, simplemente porque no les fue bien, y, digo yo, ¿les va a interesar llegar a acuerdos sobre Gibraltar cuando se saben de sobra más poderosos que nosotros tanto económica como militarmente? La llevamos clara, ¡menudos vecinos nos han caído por el sur!
Alfonso Rojas Salcedo