In memoriam
Seguramente ya has podido comprobar amigo Cristóbal que la muerte no es el final. Tan rápidamente ha venido la tuya que nos hace pensar – como creyentes- que has necesitado muy poco tiempo de purificación a través del dolor lo que es prueba de muchas cosas pero, sobre todo, de tu bonhomía.
Te has ido, querido amigo con tu novia la muerte, pues tenías un corazón legionario de esos que no caben el pecho. Es más, seguro que tú no tenías un órgano musculoso y cavitario; nada de eso. En su lugar impulsaban tu sangre el arcabuz, la ballesta y la alabarda. Una sangre legionaria por los cuatro costados a pesar de no haber servido en nuestro amado Tercio.
¿Qué puedo decir de ti? Antes de conocerte a través de nuestro Círculo ya éramos amigos por nuestra particular pasión cofrade: la tuya con la más querida y genuina advocación nazarena de nuestro Jaén y la mía volcada en la legionaria Buena Muerte. Pero ya en aquellos años ochenta del pasado siglo puede atisbar lo que luego se convertiría en tangible realidad: Cristóbal fue el amigo leal, infatigable y exhaustivo trabajador, de esos que ya no quedan pues tras su labor callada se escondía un amor indescriptible por el trabajo bien hecho, sin buscar nunca el reconocimiento de nadie cuando, quizá, lo mereciera más que muchos en todos los ámbitos donde desarrolló su experiencia vital. Y es que decir Cristóbal Sánchez Llavero era decir humildad en el sentido más noble de la palabra y, por ello, grandeza; siempre lejos de protagonizar alharacas vacuas pues en su nobleza no tenían cabida las banalidades, la búsqueda de honores, las adulaciones ni las salidas de tono, por el contrario ante cualquier contratiempo reaccionaba con admirable caridad cristiana y acendrado espíritu de disciplina.
Y después encontramos al Cristóbal miembro del Círculo que nos congrega en torno a la pasión por nuestros Ejércitos y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Cristóbal ha dedicado, que no gastado ni quemado ni nada por el estilo, los últimos años de su vida a decir con su actitud y su forma de ser que quería de forma desmedida a la Patria a través de sus mejores hijos: los que visten un uniforme que pregona a los cuatro vientos que su vida y pasión eterna es España por la que quieren dar, si es preciso, la vida.
Cristóbal amigo, compañero, hermano: Contigo se ha ido un referente del Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas que es lo mismo que decir un ejemplo de persona y patriota. Con tu muerte nos sentimos un poco más solos y, a la vez, estimulados a seguir tu ejemplo.
Tú mientras –así lo esperamos- ya habrás dejado de ser cirineo para convertirte en otro soldado más en las eternas filas que entonan canciones legionarias de gloria ante la Buena Muerte transformada en Vida que no acaba.
Hasta luego amigo.
Sit tibi terra levis.
Eduardo López Aranda